De todos son conocidas las dificultades que las mujeres han tenido que afrontar para conseguir abrirse un hueco en muchísimas profesiones, y por ello no es extraño que el papel de la mujer en la aeronáutica en los inicios de esta actividad debió ser, cuanto menos, un camino plagado de obstáculos e incomprensiones - pensemos que incluso en las fábulas y cuentos antiguos las mujeres voladoras eran brujas o hechiceras…- Sin embargo, resulta sorprendente leyendo las páginas de este libro la cantidad de pioneras que con enorme tesón y entusiasmo pudieron hacer realidad el sueño de volar, tal fue el caso de Elisabet Thible, quien en 1784 se elevó por los aires en Lyon a bordo de un globo de aire caliente. A lo largo del siglo XX poco a poco las mujeres fueron conquistando puestos de piloto, mecánico o tripulante y con el transcurso del siglo protagonizaron auténticas hazañas, como la bien conocida de Amelia Earhart, que en 1928 realizó la travesía entre Terranova y Bury Port (Gales), convirtiéndose en la primera aviadora que cruzó el Atlántico. Incluso en la Segunda Guerra Mundial la aportación femenina en el campo de la aviación fue muy importante,.
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